Una semi desierta Copacabana nos recibió con su impersonal distribución hotelera y su atardecer bucólico y nos preparamos para lo que llegaba. Compramos una manta, nos abrigamos más de lo acostumbrado y comprobamos con satisfacción que los bolivianos son más silenciosos y mejores conductores que los peruanos. También que a diferencia del Perú, las casitas de ladrillo eran mayoritarias frente a las casitas de adobe, logro atribuido a las políticas sociales de Evo Morales, su cuestionado presidente. También que casi cada pueblito, por pequeño que fuera, tenía su Centro de Salud, y que estaban abiertos incluso los domingos. Solo por esto Bolivia nos pareció estar años luz por delante del Perú. También en los precios. No esperábamos que casi todo fuera a ser más caro. En Bolivia se obtiene menos por más.
No nos llaman las grandes ciudades. A no ser que haya una buena razón tratamos de evitarlas, así que pasamos de largo y sin pena La Paz. Nos gustaba no tener que subir montaña tras montaña y avanzar de una forma distinta. Dicen que este invierno ha sido duro. La primera nevada nos pilló en Patacamaya y por primera vez en años sentimos el frío penetrar directamente en los huesos. Los dedos de las manos y los pies parecían querer caerse y aunque tratábamos de abstraernos con el paisaje blanco de la puna, lo cierto es que el viento volvió a mostrarnos su faceta más odiada. Las acampadas eran duras y siempre que podíamos buscábamos refugio detrás de algún muro o en alguna casita abandonada, siempre durmiendo con una botella de agua con nosotros para que no amaneciera congelada al día siguiente. El café mañanero es sagrado… En ciertas personas bolivianas sí hemos notado cierta hostilidad en forma de resentimiento hacia el foráneo pero no ha sido lo habitual, ni mucho menos. Alguno nos miró mal y algún otro nos pidió dinero por acampar en una casa comunal, hecho insólito hasta la fecha, pero por lo demás casi siempre han sido correctos aunque parcos en palabras. Meternos en el Parque Nacional Sajama fue un acierto, así como en la parte norte del Chile, sin duda alguna nuestro tramo favorito. Y eso que costó. Con un viento enrabietado en contra, antesala de lo que vendría después, llegamos sin fuerzas a la frontera donde nos aislamos de todo y de todos disfrutando de unos paisajes que nos volvieron locos. Eso sí, hubo que currárselo y pelearse con la calamina, la arena, el viento y … la nieve. Poco antes, en Tambo Quemado, Eve quedó bloqueada en la espalda sin poder moverse, probablemente por el viento y el frío. Pasamos una noche no prevista en el Centro de Salud y Eve tuvo que doparse con pastillas e inyecciones. Y lo increíble de todo es que si no hubiera sido por este imprevisto la nueva ventisca de nieve que duró dos días nos habría sorprendido en medio de la nada; no habríamos muerto pero nos habríamos cagado en el altísimo. Por fortuna llegamos a tiempo a la estación de carabineros chilenos de Chilcaya, donde alucinamos con su simpatía, hospitalidad y ganas de ayudar. Bebimos té al calor del fuego y preparamos pizzas caseras mientras fuera la nieve congelada golpeaba los cristales de las ventanas. Jamás hemos recibido tan buen trato de un cuerpo armado y salimos de Chile con una idea muy diferente de la que entramos. Apenas vimos a nadie y pudimos disfrutar de termas de ensueño en lugares que parecían hechos a posta para un cicloviajero, al final de cada etapa.
Pero la nevada nos solo boicoteó el sendero chileno, también el lado boliviano. Así lo comprobamos en el húmedo Salar de Coipasa, donde quedamos literalmente pegados al suelo en la mitad del Salar y donde sufrimos de lo lindo para salir sin daños colaterales de semejante emboscada de lodo. Hoy es el día que ni el agua a presión puede despegar el barro de algunas partes de las bicis… Luego llegarían 10 km de pura arena de desierto que nos comimos gratuitamente gracias a las indicaciones sospechosamente equivocadas que nos dio un cabrón local de Coipasa. Así nos lo confirmó Castro, el dueño del hospedaje de Llica, quien nos dijo que “a veces encuentras mala gente por ahí…” Esto es lo que hablábamos antes sobre el resentimiento boliviano… Por todo esto y algo más no guardamos muy buen recuerdo de dicho Salar, un tramo que si pudiéramos retroceder en el tiempo evitaríamos, sobre todo si luego vas al Salar de Uyuni, el Salar de Salares, atardecer de atardeceres y sensación de sensaciones. La travesía por el Salar fue excitante, bonita, extraña y finalmente… monótona, donde parece que estás en un gimnasio, pedaleando y pedaleando sin llegar nunca al final. La acampada que hicimos allí permanecerá siempre en nuestras retinas, a pesar de pasar media noche tiritando del frío.
Fue este frío intenso, tantos kilómetros de calamina y tantos otros de empujar en la arena que nos hizo celebrar, bajo la luna llena de Uyuni, la habitual reunión de ulemas de Cyclotherapy. Son en estas asambleas donde se decide el rumbo del pelotón y debatiendo y debatiendo el Consejo de Sabios llegó a la conclusión que cada vez somos menos dogmáticos y que “para qué íbamos a seguir una ruta que en realidad no nos apetecía ni motivaba pedalear”. Lo que nos apetecía era no tener que empujar en arena, no tener que saltar en calamina, comer distinto, no dormir ni desayunar bajo cero y cambiar radicalmente de cultura. Así que decidimos cortar por lo sano y entrar en Argentina por la vía más corta, esto es, por Villazón. Lo que no contábamos es que nos metíamos de Guatemala en Guatepeor ya que la carretera que va de Uyuni a Tupiza era de las peores que hemos visto jamás, una auténtica sala de torturas que ni Torquemada habría diseñado mejor y para la que no estábamos mentalizados psicológicamente. Por algo la eligieron para el Dakar 2016… El pelotón se plantó y decidió que buscar el calor era una necesidad, no un capricho y entonces entendió que comerse el orgullo y parar una furgoneta no era una mala salida en aquella situación. De los escasos vehículos que se meten en esa carretera en construcción tuvimos la suerte de dar con uno muy especial. Lo conducía una maravillosa familia argentina que venía del Perú. También eran cicloviajeros, no solo eso sino además uno de los más mediáticos de Argentina, los autollamados “Viajeros de los vientos”. Ellos nos sacaron de ese infierno y nos sirvieron de aperitivo para este alegre país llamado Argentina. Cruzamos la frontera y pasaron días hasta que quitamos el frío del cuerpo pero suficientes para saber que Argentina era otro mundo. Un mundo que ansiamos descubrir.
Pero esa, será otra historia… (fotos debajo)
English
A nearly empty Copacabana welcomed us with its impersonal and touristic set up and its bucolic sunsets. We were getting ready for the next stage: we bought a blanket, started to wear warmer clothes and happily found out that Bolivians are more silent and better drivers than Peruvians. We also noticed that, compared to Peru, there are more brick houses than adobe houses, an achievement attributed to the social policies of Evo Morales, the country´s questioned president. And every village, no matter how small, had its medical centre, open on Sundays too. Just because of this Bolivia seemed light years ahead of Peru. The prices were far ahead too. We did not expect everything to be more expensive. In Bolivia we got less for more.
We are not attracted by big cities. If there is not a valid reason to visit them, we try to avoid them, so we did not enter La Paz. For a change, we liked not to have to climb mountain after mountain and manage to move on faster. They say that this is a hard winter. The first snowfall caught us in Patacamaya and for the first time in years we felt a bone-wrenching cold. Our fingers of hands and feet seemed to be about to fall off and, while we tried to get distracted by the puna´s white landscape, once again the wind showed us its most hated side. It was hard to camp and we always tried to find some shelter behind a wall or an abandoned house, sleeping with a water bottle in our tent so we would not find it frozen in the morning. The morning coffee is a sacred moment…Just in a few people we noticed some resentment against foreigners, but it was unusual. Some gave us a dirty look, others asked money for camping in the communal house (something that never happened before), but mostly Bolivians have been polite, even if not very talkative.
To enter the Sajama National Park and Northern Chile has been a great decision, as it turned out to be our favourite route in this area, even if it has been hard work. With an angry headwind, just an appetizer of what was about to come, we arrived without energy at the Chilean border, where we got far away from everything and everyone, enjoying landscape we loved. We had to struggle with washboards, sand, wind and…snow. A few days before, in Tambo Quemado, Eve got such a back ache that she could not move, probably because of the wind and cold. We spent an extra night in the medical centre, where she had to get painkillers and injections. The weird thing is that, if this unexpected problem would not have happened, the snowstorm that lasted more than two days would have caught us in the middle of nowhere; we would not have perished but we would have been very pissed off. Luckily, we arrived just in time at the Chilean Carabineros station of Chilcaya, where we got struck by their friendliness, hospitality and willingness to help. We drank tea in front of the fire and prepared homemade pizzas while snow and hail were hitting the windows. Never ever before we had such a good treatment by an armed force and we left Chile with a very different idea than when we entered the country. On the road we did not see anyone and at the end of every day we could enjoy some wonderful thermal springs that seemed to be there just for cyclists.
The snowstorm did not only boycott the Chilean road, but also the Bolivian side. This is what we found out in the wet Coipasa salt flats, where we literally got stuck to the ground in the middle of them, struggling to get out from that mud nightmare without collateral damage. Not even with water pressure we will manage to get rid of the mud from some parts of the bikes…And then came 10 km of deep sand…we could have avoided these, if it would not have been for the suspiciously wrong directions given to us by a local idiot in Coipasa. As confirmed by Castro, the owner of a hostel in Llica, “sometimes you can find bad people there…” This is what we meant before when we were talking about Bolivian resentment…Because of all these things and something more, we do not have a great memory of the mentioned salt flats, a section that we would totally avoid if we could go back in time, especially knowing that after we would visit the Uyuni salt flats, the king of all the salares, sunsets and emotions.
The journey in the Uyuni salt flats was exciting, wonderful, weird and at the end… monotonous, where you feel like you are in the gym, cycling and cycling and never arriving at the end. We will remember forever our camping in the middle of the salt flats, even if we spent half of the night shivering because of the cold.
Because of the freezing cold, the km of washboards and the km of pushing in the deep sand, the Cyclotherapy team had to hold the usual meeting underneath the Uyuni full moon. During these meetings the team decides the group´s direction and discussing and discussing, the Council of the Wise of Cyclotherapy decided that more and more we are less dogmatic and that “why do we have to follow a route that we do not feel like and are not motivated to cycle?”. What we wanted was not to push in the sand, not to jump on washboards, to eat something different, not to sleep or have breakfast below zero and a radical change of culture. So we decided to cut short and to enter Argentina from the shortest way, from Villazón.
What we did not know is that we were going from bad to worse because the road from Uyuni to Tupiza is one of the most terrible we ever saw, a real torture that seemed invented by Torquemada (Spanish Inquisitor) and we were not mentally prepared for it. There has to be a reason if the Dakar 2016 chose this road…The team stood firm and decided that to look for warmer weather was a necessity, not a passing fancy and so we had to swallow our pride and stop a van to get out. Very few cars use that road and we have been very lucky because the one that stopped was very special. It was driven by a wonderful Argentinean family that was travelling from Peru. They also were cyclo travellers and on top of that among the most famous in Argentina, the “Viajeros de los vientos”. They got us out from that hell and gave us an appetizer of this cheerful country called Argentina. We crossed the border and it took days to get rid of the cold from our bodies but only minutes to realize that Argentina was a different world. A world that we re looking forward to discover.
But this is another story…
Entramos con muchas ganas en Bolivia,
país número 39 de este lento viaje.
We
entered Bolivia, country number 39 of this slow journey, with lots of
enthusiasm.
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Cholitas con traje de domingo, las
reinas de la fiesta.
“Cholitas” with their Sunday dresses, queens of the party. |
Típicas iglesias del oeste, al igual
que al otro lado de la frontera, en Chile.
Typical
church of the West and also on the other side of the border, in Chile.
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Cuántas llamas, vicuñas o alpacas
habremos visto?
How
many lamas, vicuñas or alpacas did we see?
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Tierra de volcanes…
Volcano land…
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Pedaleando hacia Chile, escuchando el
silencio, amando la Pachamama.
Cycling
towards Chile, listening to the silence, loving the Pachamama.
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Soledad maravillosa.
Wonderful
loneliness.
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Flamencos patrullando su territorio.
Flamingoes
patrolling their territory.
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Duro invierno incluso para las vicuñas.
It
is a tough winter, even for vicuñas.
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De las diferentes variedades de
flamencos que pudimos observar estos fueron nuestros favoritos. Su pico
amarillo ganó.
This is our favourite
variety of flamingoes. Their yellow beak made them win. |
El norte de Chile, la mejor elección de
los últimos tiempos.
Northern
Chile, lately our best choice.
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Termas de Polloquere. Acampamos allí.
Las termas eran nuestras.
Polloquere thermal springs. We camped
there. The springs were ours.
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La inmensidad que atrapa a los amantes
de los espacios abiertos.
The
immensity that captures people who love open spaces.
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Sin coches, sin gente, mejor no se
puede…
No
cars, no people, could not get better than this…
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Evelin
creía estar en un set del Hobbit….
Evelin felt like she was in a Hobbit movie…
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Un clásico
boliviano, el Salar de Uyuni, una sensación única pedalearlo.
A Bolivian classic, the Uyuni salt flats, a very
unique feeling to cycle there.
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Caminar
por la pampa hundía las ruedas así que tocó caminar por la nieve …
In the pampa the tyres where sinking, so we had
to walk on snow…
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Arena, la
que quieras y más…pero mejor en la playa.
Sand, as much as you like…but it is better if it
stays on the beach.
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Bolivia y
norte de Chile, hermoso, intenso, duro, inolvidable.
Bolivia and Northern Chile, beautiful, intense,
difficult, unforgettable. |